Una mención de yapa a Chomsky
Hace varios siglos, a los pobres tipos que se animaban a decir que los humanos somos animales y, peor todavía, que descendemos del mono, les pasaba de todo. Les ofrecían varios paquetes, que incluían años de prisión con pensión completa, maravillosas plazas públicas para tomar sol hasta ser ejecutado, y mucho más. Una vez que la teoría de la evolución fue obteniendo consenso, los estudiosos pensaron que, está bien, todos compartimos este imperfecto y caótico mundo animal, pero debe haber cosas que nos diferencian. Los lingüistas como Noam Chomsky afirmaron y afirman que los humanos nacemos con estructuras mentales preparadas para la adquisición de lenguas. Esa innatez permite explicar que los pequeñuelos sean esponjas a la hora de absorber conocimiento en sus primeros años de vida. Otros científicos muestran que los monos también pueden aprender una lengua, y que la diferencia está en otros aspectos, como el hecho de que los homo sapiens, una vez que cazaban, transportaban la comida hasta el hogar, y no la comían ahí mismo. Queda remarcado cierto espíritu de acumulación, que es la piedra fundamental de un modo de producción. Producir, acumular y comerciar.
La referencia a la teoría chomskiana merece un artículo entero en el futuro. Ahora veamos la importancia de las diferencias dentro de una misma rama o rubro. Cualquier persona podrá decir que la preposición que se ponga después del verbo no cambia nada. Sin embargo, no es lo mismo “¿Por qué abandonó el cliente?” que “¿Por qué abandonó al cliente?”. La “a” remite a un objeto animado. Verbo + preposición a/al + objeto animado. En el primer ejemplo, podemos pensar que el cliente abandonó algo. En el segundo sabemos que hay un sujeto tácito que abandonó al cliente. En otros casos, directamente el mal uso de la preposición convierte en agramatical el enunciado. “Me encariño a él”, “Me encariño con él”. ¿Dónde se vio que uno se encariñe a algo? Por más que a veces nos apeguemos mucho a algunas cosas y no las queramos soltar, una cosa es pegarse a algo, como un dedo se pega al objeto que tratamos de arreglar con pegamento sintético, y otra encariñarse con el agua caliente y los minutos de paciencia que nos sacaron del apuro. Podemos usar el mismo caso con seres humanos, con el único cambio del agua caliente por el bendito “no admitir” del MSN o, en casos más complejos, cambios de numeración telefónica, exilio en otra ciudad, país o planeta.
Es así, en el mundo de la lingüística, las pequeñas diferencias cambian significado y definen a los elementos. Cada elemento del sistema se define por oposición a los demás. La próxima seguimos.
Me encanta el sitio. Lo descubrí hace poco buscando material sobre categorías gramaticales y después me leí todos los artículos de gramática. me parece excelente la manera de conectar con cosas cotidianas. Soy profesora de gramática generativa y por fin encontré un sitio ameno para mis estudiante. Felicidades.
ResponderEliminarEs una alegría recibir comentarios como el tuyo. Resulta muy alentador. ¡Suerte con tu proceso de enseñanza-aprendizaje!
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